PADRES

LLUÍS





























Abandonas tus miedos
hieres tu culpa
en sangre blanca
mil grados de heroina.
Abandonas la vida
huyes del llanto
de una niña sin recuerdos.
Tu hija, flor de nieve.
Abandonas la tierra
vuelves a la raíz
un sentido helado
de pena y odio.
Tu vida vuelve a mi
me cura las heridas.
Soy tu hija.
Te siento más que antes
Más que nunca

Enero 2011


¿A dónde vamos ahora dulce niña?
La linea entre nosotros no existe. Puedo caer en el abismo y perderme. Nací de ti.
Adicto en la cuna, te perdiste en la heroína y el alcohol, yo no signifiqué nada.
Un mal viaje. ¿Dónde huiste?

Te encuentro en cada hombre, atracción enfermiza que me aplasta el pecho
hasta ahogarme y sentir el hierro de tu sangre. Hombres inaccesibles,
mutilados en las entrañas, envenenados. Incapaces de amarme. Muertos.
Reflejo de mi anhelo de redención.

Y no puedo parar de buscarte. El dolor crece y ardo en gasolina para borrar
esa emoción de mi. Extirpar la pulsión destructiva de seguirte a la cama de cada borracho.
A punto de perderme. Ya no hay nada mío. Siempre estás detrás de todo. Sin retorno.
Me encierro en tu recuerdo, en el anhelo de una niña miedosa que se esconde en cualquier sombra de un bar.

Nuestro juego triste
Nací con tus monstruos. Los pinté. Hombre devastado, inmóvil en la lejanía.
Nací de tu evasión, tinieblas de tu mundo. Nací entre campos de opio.
Busco mi destrucción en ti, en partes de ti. Abandonaste la vida antes de nosotros.
Y busqué la salida, arrepentida en tus lágrimas, escapé sin mirar atrás.

Cualquier palabra tuya, cualquier mirada tuya me devora el interior. Resisto tu oscuridad,
lucho en tu oscuridad, guerra de pedazos, pedazos de heroína, alcohol, adicción,
abusos, sexo, abandono y locura. Y cada vez que te miro me encuentro a mi misma.
Solo quiero que dejes de dar sentido a mi vida. Quiero irme.

La buena hija
No he sido una buena hija,
no debería haberte dejado en ese bar.
Era tarde para el whiskey, tarde para nosotros.
Tarde para morir.
Te miré deshecho en el alcohol,
te odiaba tanto que dejé de amarte.
Decidí no ser tu hija, te abandoné.
Tu mirada decía mi nombre, te olvidé.
Las fantasías de una buena hija.
Rescatarte de la adicción. De las calles.
En cualquier banco, hundido en el tinto
te haría sitio en mi, te cuidaría y te amaría cómo la primera.
Y por fin nuestras primeras palabras,
y tal vez escucharía tu único te quiero.
No quiero olvidarte, eres el mejor padre del mundo
¿Soy yo la mejor hija?
Cuando el odio cae, queda la culpa.
Solo nosotros pensando en nosotros.
Y ahora pinto tu reflejo en la Tierra,
la oscura noche de la guerra civil.

Culpa
Espero el día en que la culpa se vaya, culpa por no haberte querido, por odiarte,
por insultarte, por no dejarte hablar, culpa por rechazarte, por no querer ser tu hija,
culpa por volverte adicto, culpa por matarte, culpable de tus errores,
culpable de no cuidarte, de abandonarte en la calle, de ignorarte, de no reconocerte,
culpable de castigarte por ser mi padre, de no tener ninguna oportunidad contigo,
de repudiarte, de no darte lo único que querías, de quitarte a tu primera hija.
Nunca nos conocimos y ahora como extraños nos encontramos.
Seres ocultos de la realidad sobrevivimos juntos, me muero sin ti, moriste sin mi.
Mi destino ligado al tuyo, papa te sigo hasta el final, y me pierdo para estar cerca de ti,
para tener algo tuyo, aunque signifique mi desaparición. Asesina.

Siento
Tu no quieres ser mi padre. Pero lo eres. Lo siento por ti, siento que no veas quién eres,
siento el negro, siento tu última sangre, siento tus amargas madrugadas, siento tu primera copa. Siento todo el amor que perdiste, la soledad del bar, del veneno.
Agua destilada, me agarré a la vida y de pie te contemplo muerto. Se te fue todo muy rápido. Nuestra historia se acabó. Muerte

Guerra civil
Se me agota el tiempo mirando las botellas de vodka.
Solución a un problema que aun no existe,
registrado y enterrado en alguna conexión neuronal.
Esta es tu guerra, no moriré por ella.
Es tiempo de mantenerme viva.

Diciembre 2013

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PAPA









Después de 8 años en el mismo lugar, he podido afrontar la verdad: estoy enferma. 
Mierda. Un estudio sobre las jaulas de las emociones, pequeños órganos llenos de toxinas que envenenan mi cuerpo gota a gota, sin posibilidad de depuración. Cada vez que voy al baño, miro mi pipí, transparente, limpio. Otro intento fallido de sanar.
¿Qué coño pasa con toda la mierda del interior? Almacenada como una guerra nuclear, esperando la batalla. Estoy aquí, viva, 32 años, guerrera.
En la enfermedad está la liberación. Tantos años temiendo a los monstruos del exterior y el único monstruo capaz de destruirme vive dentro de mi.
He permanecido quieta esperando a que me desgarrase la carne y me desangrara, hasta hoy.
Hoy he aprendido a afrontar a la bestia de 8 cabezas. Hoy he actuado, incluso enferma, hoy he dicho la verdad.
'No podemos resolver nuestros problemas de la misma manera que los creamos' Albert Einstein

Abril 2011


HUIGUERA
Las edades de la consciencia descalzas en el trigo fértil de abril, en las ramas de la higuera el sonido crujiente de la vida, de la felicidad de sus brotes sanos, su paz de los años, algo fuera de mi corazón, todas sabemos quien susurra.
Entrego mi sangre a las raíces de una nueva hebra, te llevas mis últimas lágrimas de sal y odio en el árbol del prado, un pino salvaje de proteínas dulces, es difícil dejar de rascar su corteza, de abrazar su tronco húmedo de salvia y ámbar.
Destrozaste mi interior, extirpaste mis entrañas. Cada día invento notas de una canción desgarrada de muerte. Me trago el ácido de cuentos de hadas y finales felices. Por la noche vomito tu silencio. La melancolía te consumió y me convirtió en tu hija.
Perder lo que yo te daba no me recuerda quien soy. Ando por tus pies de barro y sangre. Abandono cada día la piel de mi rostro devorado. La ciudad chilla demasiado para rescatarme, se hiela y me aísla en la herida de tu entierro.
Es demasiado duro sostener tu suicidio sin retrasar las horas. La realidad es inevitable. Estás en la muerte donde tu querías. Después de todo, después de la vida eres feliz, un lugar en el polvo. Odio tu ausencia.

Abril 2012


EL ENTIERRO DE LAS HORTENSIAS
Apagaste la vida lenta
sentado en esa habitación
los sentimientos rancios
la melancolía
la cocaína
un corazón agotado.
Eres un cuerpo extraño
traumas antepasados
sangre de un pozo
la tristeza
la herida
infartos de una madre.
Te escapas en el humo
en la grasa de cada animal
latidos enfermos
la emoción
la rutina
el suicidio de una vida.

Mayo 2012










































BURRIAC 10 ANYS
Estás absolutamente desprovista de fingimiento
cuando callas de pronto, tensa la mirada,
como desprovisto de fingimiento está el silencio
de una noche sin estrellas en una ciudad quemada.
Esa ciudad es tu pasado.
Apenas si has reído alguna vez en ella.
O lo olvidabas todo, entregada a los vestidos,
o te rebelabas o te resignabas.
Con todas tus fuerzas querías vivir.
Pero rechazando hoscamente todo lo vivo,
esa ciudad pesa sobre ti
con el aire sombrío de la arquitectura.
Todas sus casas estaban cerradas por dentro.
Todo era en ella torpe y rebuscado.
No ocultaba su penosa rotura
ni su odio a los que no estaban rotos.
Entonces, una noche, la incendiaste.
Asustada, escapaste de las llamas,
y en tu huida, yo fui el primero
con el que tropezaste en la oscuridad.
Te abracé, temblorosa,
y te estrechaste contra mí con sumisión,
sin comprender aún y sin amor,
como un animalillo que agradece la lástima.
Y nos fuimos… ¿Adónde?
No sabíamos adónde. Pero constantemente
volvías la cabeza para ver, a lo lejos,
cómo las llamas consumían tu pasado.
Nada se ha salvado de aquel fuego.
Pero una cosa desde entonces me atormenta:
igual que si estuvieras hechizada,
la ceniza te atrae, que aún no se ha enfriado.
Pareces a mi lado, y a veces no lo estás.
Sin marcharte, me has abandonado.
Con una luz azulada en la mano,
vagas por las cenizas del pasado.
¿Qué buscas donde todo es ya desierto y gris?
¿Misteriosa atracción del pasado!
Tú, que nunca pudiste quererle,
has empezado a querer sus ruinas.
Son poderosas las cenizas
porque algo, acaso, guardan bajo ellas.
Y la incendiaria llora, lo mismo que una niña,
lo que, desesperadamente ella quemó.

Evgueni Evtuchenko

Enero 2014

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